Me
asomé a la pequeña ventana, vi volar los pájaros como quien ve pasar el tiempo
tumbado en una pradera con el cielo abierto. Pero en esa mañana en aquella
ventana solo se veía los pájaros y el tiempo que pasaba como segundos.
En el aire vi reflejado la soledad, no se oía
nada hasta que la primera hoja del gran árbol que podía ver desde donde estaba cayo,
rápidamente, tanto que no dejaba sonido alguno, parecía que quisiera que
disfrutara del silencio, de la pequeña frisa que esa mañana dejaba, y nunca volvería
a sentir.
Y lo único
que pude hacer fue reír, ante la llegada del otoño.
Y en mi pequeña cuidad el
cumulo de aire, olores, colores marrones y grises y las nubes de algodón, y
todo esto no hizo nada mas que recordarme que todo esto solo era un sueño.
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Pensamientos calamocanos