domingo, 18 de noviembre de 2012

Mi singular camarada (IV)

Mentiría si dijese que no me acorde de ti todo ese tiempo. Durante todos esos meses acumulados en años donde ya no estabas conmigo me iba a dormir con una mala sensación en el cuerpo, de esas que difícilmente te dejan descansar.
Fue fácil asumir que ya no estabas, ni siquiera lo lamente, hasta pasados unos meses cuando ya empecé a notar tu ausencia.
"Tiene una sonrisa que ilumina al mundo" en sentido literal, si todos fuéramos como ella, despreocupada, risueña, con tantas metas por delante y siempre sonriendo, siempre.
Como no me iba a ir a dormir con mala sensación sabiendo que yo había sido de las pocas personas que por un momento logró joder su sonrisa, joderte tus días, que mal me siento ahora.
Pero me supo perdonar, supo olvidar el daño que le había hecho y ahora estamos tan bien, duermo tan tranquila sabiendo que a la mañana siguiente estará ahí, alegre para variar.
Aprovecho para darte las gracias, aunque esto no vayas a leerlo nunca, gracias por ser como tu eres, porque personas así hacen falta por aquí y más en estos tiempos que corren donde lo sentimental ha pasado a ser la sombra de lo material. No quiero que suene falso, en serio, las personas que te conocen saben de que les hablo.
Decirte además que ojalá pudiese llegar a ser la mitad de ti, ya me sentiría la persona más afortunada.
Eres especial y nunca dejaré que nada te cambie, al menos, mientras pueda.
Que esa forma de vivir conquiste el mundo, por favor.
Te quiero, mucho.

A Marta

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