miércoles, 4 de julio de 2012

Perfecta, como pocas.

De acuerdo, hoja en blanco y hoy quiero escribir sobre ti, pero no se ni qué escribir, ni cómo describirte. Voy a llamarte María, si, será lo mejor. Y voy a contar tu historia, que yo bien se es maravillosa.
María no es de aquí, aunque ella siempre diga que se siente española, sus raíces son de un país mucho más lejano y diferente. Esto es así, María es una chica real, que yo bien conozco. Vino a España con su madre y su hermano, al que llamaremos Juan. Desde el principio su vida fue dura, pero no se imaginaron, cuando llegaron, lo que se les iba a complicar. 
Ella no es una princesa, pero reina en su mundo.
-Su vida ha sido difícil, ya con su corta edad- A su edad sus máximas preocupaciones deberían ser qué ponerse el sábado noche, si ha aprobado su último examen, o si su madre le comprará el bikini que tanto le gusta. Pero no es así, ni mucho menos. Ha tenido que espabilarse como ha podido ella sola, y por ello sabe siempre como contestar y como reaccionar.
De pequeña no tuvo un palacio, pero es que tampoco tuvo una cocinita, no tuvo un caballo, pero tampoco una bicicleta, no tuvo tampoco un precioso vestido, porque no tuvo ni siquiera la ocasión para llevarlo.
Nunca tuvo una vida fastuosa, pero ella era feliz con lo que tenía, hasta que llegó el día en el que su madre, enfermó. Ahora ya no tiene ni sus besos, ni sus abrazos, ni sus caricias, ni sus consejos, ni su mirada, ni su sonrisa. Y eso a ella la está matando, aunque no me lo diga, yo lo se.
María es alegre, optimista y risueña, por eso nunca deja que se la vea llorar, pero llevo ya tanto tiempo con ella, que no me lo puede ocultar, y simplemente llora, deja caer sus lágrimas en mi hombro. No dice nada, sólo llora.
¿Y qué hago yo? Me encantaría que una de mis muecas bastase para hacerle sonreír, pero no dejo de sentirme inútil a su lado, no se qué decir, ni como apoyarla, ni como ayudarla.
No tengo palabras para describir a este íntimo aprecio y apego. Ella es mi amiga, mi hermana. Y debo ayudarla.
Tal vez no tenga palabras, pero si sentimientos que os puedan ayudar a entender porque hablo asi de ella. Lo que siento por ella cuando la miro es una tremenda admiración, una fuerte amistad que nos une, y un único deseo, que le vaya todo en la vida, como ella sola se merece. Y decirle que el único que puede romper sus sueños, es el despertador. Que siga hacia adelante.


"Y a vosotros deciros, que si retrocedéis, sea para coger impulso"

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Pensamientos calamocanos